jueves, 10 de junio de 2010

Mi fé

Ya no lo espero. Ya no retengo en mi mente el ultimo instante con él, dejando así correr los días, semanas, a veces meses enteros. Ya no espero un mensaje, una llamada.Ya no me ilusiono, no.Ya no me arreglo para verlo, ni estoy pendiente cuando estamos juntos, tampoco lloro cuando me deja, sin saber cuando lo voy a ver de nuevo. Ya no las cuento, ni me importan sus nombres, ni donde las conoció. Ya no escucho nuestras canciones, ni me pregunto porque.
Pero nunca podría olvidar su voz, sus ojos, su forma de caminar. Su sonrisa. Cada segundo que estuvo presente, porque los que no, ya son incontables.
Él sabe, si, sabe que estoy total y perdidamente rendida. Que aunque no espere ese mensaje, cuando llega instantáneamente se llenan mis ojos de luz. Porque me llena, como nada lo hace.
Y si, porque minutos antes de verlo mis manos se humedecen, mi estomago se descontrola y me sube un calor que recorre mi pecho en segundos. Porque cuando lo veo todas esas sensaciones desaparecen y solo queda la sensación de plenitud y felicidad que hace que pierda todo tipo de noción a cerca del espacio, el tiempo, y la gente a nuestro al rededor.
Y porque cuando se va, me cuesta despedirme, aunque cada día menos.
Porque es inevitable pensar que el día que no vuelva, el sentido de mi vida queda aplastado, pisoteado. Pero no, no lo espero, porque por una extraña razón que no pude descifrar jamás, él siempre regresa.


R.D 24/5/2010

No hay comentarios: